martes, septiembre 06, 2005

Bala perdida

De la tribuna
a la fama

Mientras me cuenta su versión de la historia, N no quita la vista del televisor. Como casi todos los clientes del restaurant donde conversamos, sigue con atención las imagenes de la serie acerca de la vida de un antiguo conocido suyo. Toma un sorbo más de la Coca Cola que ha pedido, y dice, con una sonrisa: "Mira, se van a agarrar con los cagones". Los cagones son los hinchas de Alianza Lima. Y el que se va a "agarrar" con ellos es Misterio, el barra brava que encontró la fama mucho tiempo después de que una bala disparada por él mismo le perforara el cráneo. N ríe con desgano, y muestra su desagrado con la serie. Dice que no representa la realidad de una barra, que hasta los diálogos son ingenuos. En la serie, el enfrentamiento entre los hinchas no llega a producirse, y los clientes del restaurant vuelven sus miradas hacia sus platos de comida. Sospecho una leve desilusión en ellos.

N ha sido integrante de la Trinchera Norte desde los tiempos en que al hincha de la U todavía se le seguía identificando con la tribuna de oriente. Dice estar cansado de que le pregunten por Misterio. "Ahora hasta en mi casa me preguntan por él" , se queja, y me recuerda que no debo revelar su nombre verdadero en la nota. Dice que a los antiguos barristas de la Trinchera Norte nunca les cayó bien la idea de andar por ahí juntandose con periodistas. Ni hablar de contar intimidades. Ahora recuerdo una escena ocurrida a fines de 1995, en la plaza adyacente al estadio Lolo Fernández, que llegó a transmitir América Televisión. Un joven barrista de la Trinchera Norte había accedido a hablar con un reportero. Por entonces, la Trinchera Norte era el tema noticioso de la semana pues habían detenido a catorce de sus integrantes en un operativo policial. Las primeras planas no se hicieron esperar. Y ahí estaba el reportero de América Televisión, junto a su nueva fuente, hasta que las imagenes tomadas por la cámara colocada a ras del suelo, probablemente para evitar sospechas de los demás barristas, empezaron a mostrar las piernas de un tipo que se dirigía hacia ella caminando en forma apresurada. Luego, se escucharía claramente una voz amenazante antes de que termine la grabación: "Apaga tu cámara, conchatumadre". N me confirma lo que ya sospechaba. Era Misterio, probablemente protegiendo a su gente, a su modo, de la morbosidad de ciertos medios.

N cuenta haber conocido a Percy Rodríguez Marchand antes de que el colectivo de la Norte le redujera el nombre a Misterio, cuando aun no había cumplido los veinte años de edad, y se apareció una tarde en la popular reclamando su lugar en el mundo. La capucha que llevaba puesta aquella tarde despertó más de una sospecha entre los barristas de la por encontes incipiente Trinchera. Sin embargo, el tiempo y sus innegables condiciones de líder lo llevaron a ser uno de los barristas más representativos y temidos dentro de aquel universo de la tribuna norte. Tanto así que en 1994, junto a Payet, Foreman, Godzuki y Curay, otros barristas conocidos como los más violentos junto a Misterio, derrocaron a la directiva de la Trinchera, instaurandose como los nuevos jefes de la barra más radical de Universitario. Emocionados con su logro, no demoraron en elegirse un nombre que los identificara y los diferenciara del resto de barristas. Alguien tiró un nombre que no pudo definirlos mejor: La Cúpula. No había un jefe máximo, pero las figuras de Misterio, Payet y Foreman sobresalían por sobre los demás. Tal vez por tener mayor fama de guerreros. Tal vez por tener a tres grandes grupos de la Trinchera bajo sus órdenes: Lurigancho, Falange y Holocausto. Sin embargo, a pesar del temor que infundía La Cúpula en los demás barristas, el excesivo abuso que hacían de ese temor y la poca organización que mostraban para llevar a cabo los viajes a las provincias donde jugaba Universitario, fueron su propia perdición. Los antiguos barristas de Norte, liderados por el Cuervo, fundador de la Trinchera y signado como el líder ideológico de la misma, empezaron a concebir el fin de una etapa para ellos oscura dentro de su barra. Misterio se unió a ellos, y una tarde de noviembre en que Universitario recibía al Sport Boys en el Estadio Nacional, el contragolpe se produjo. La Cúpula dejó el poder de la Trinchera de la misma forma en que lo había tomado: Por la fuerza.


En cada viaje a provincias con la Trinchera, Misterio mostraba esa dualidad en su carácter que lo hacía un tipo tan solidario como violento. No dudaba en compartir un plato de comida con algún barrista necesitado, ni en ejercer su peculiar modo de presionar con el fin de obtener donaciones para solventar los viajes de la Trinchera. Una noche arequipeña de 1995, Misterio y otros barristas más se dirigieron al hotel donde se hospedaba el primer equipo de Universitario de Deportes. Al ver pasar al delantero Germán Carty, alguien del grupo le acercó el pedido de ayuda para poder pagar los cinco buses que llevarían a 300 barristas de regreso a la capital. El delantero estaba de muy buen humor, les enseñó su billetera y con un sonrisa socarrona les dijo que no les daría ni un sol. Misterio se adelantó a todos y le estrelló un golpe en la cabeza con un paraguas rojo y negro que le había robado a un distraído hincha de Melgar. "De nosotros no te vas a burlar, negro huevón", le habría dicho en medio de su enfado.


Ya fuera de la directiva de la Trinchera, Misterio empezó a llevar una vida aun más desenfrenada. Encabezando enfrentamientos contra las hinchadas rivales, pogueando en los conciertos de los rockeros de Leusemia, o en tantas borracheras interminables con sus hermanos de la Trinchera, donde al fin había encontrado la familia que tanto buscó, y donde en varias ocasiones dejaba de ser Misterio, el peleador que desafiaba policías, y pasaba a ser simplemente el Loco, como lo conocían los más íntimos, un tipo carismático y bromista. Lamentablemente para Misterio y sus amigos, la turbulencia en la que vivía lo acercaba a caminos cada vez más peligrosos. Las continuas discusiones con su novia, quien le reprochaba su estilo de vida, la muerte de Caradura, un joven integrante de su grupo de hinchas en Lurigancho, ocasionada por una bala que estaba dirigida hacia él, y el otro disparo que recibió en el hombro luego de una bronca, probablemente fueron factores que aumentaron su paranoía en esas noches colmadas por la cocaína y el alcohol. Tal vez el trabajo informal en la Bolsa de Valores de Lima no era lo suficientemente lucrativo como él hubiese querido, pero siempre le quedaba el recurso de la labia para conseguir regalada alguna que otra casa de licores. Como la que encontraron en la habitación que tenía alquilada en una casa de Jesús María. Algunas botellas vacías de vodka Ursus daban cuenta de las dimensiones de la borrachera. El llanto de los adolescentes testigos de lo ocurrido apenas si sería el primero de muchos lamentos que vendrían. Víctima de su propia temeridad, Percy Rodríguez Marchand, el Loco, o Misterio, no pudo dominar una atroz borrachera y terminó volándose los sesos con una Taurus calibre 38. Dicen que fue jugando a la ruleta rusa. Dicen que, antes de dispararse, había apuntado con su pistola a sus compañeros de juerga, quienes le lloraban para que se detuviera, que se deje de huevadas, pero él no oía más que a sus demonios internos que le gritaban que tirase del gatillo, que no sea cobarde, que tenía que demostrar su valentía ante esos maricones de mierda que se asustaban como si la bala se fuese a disparar.

Dicen tantas cosas de Misterio por estos días, que a N no le queda más remedio que su propia resignación. Confiesa que todavía se sorprende cuando lee los titulares de la prensa sensacionalista mencionando el sobrenombre de su amigo. En las mesas vecinas, algunos clientes todavía siguen con atención los movimientos del Misterio ficticio, encarnado en el actor Pietro Sibille. Me despido de N y le renuevo mi promesa de no incluir su nombre real en esta nota. Dice que se quedará un rato más. Mientras pago la cuenta, veo como N se acomoda en el asiento, toma otro sorbo de Coca Cola y dirige su mirada nuevamente hacia el televisor, tal vez preguntándose cómo diablos hizo Misterio para ser tan famoso.